Así es como las redes sociales nos están matando lentamente
Nos estamos convirtiendo en una generación falsa.
Las redes sociales nos han dado mucho, pero también nos han quitado otro poco. Esto de mantenernos conectados el 100% del tiempo es grandioso, porque los límites literalmente ya no existen. No importan los kilómetros, ya que siempre podemos estar en contacto. Nos hemos convertido en una sociedad globalizada, lo que socialmente nos ha hecho unirnos no solo como países, sino también como mundo entero, y eso se le debe 100% a la tecnología.
Sin embargo, como todo en la vida, las cosas buenas siempre tienen su lado malo. Así como las externalidades o los efectos colaterales de un medicamento que nos mejora una enfermedad pero nos da otros problemas, en las redes sociales pasa exactamente lo mismo. Tienes miles de beneficios pero otras desventajas que son en realidad muy importantes y que nos están matando lentamente.
La vida se ha convertido en pantallas, detrás de las que nos escondemos y sacamos personalidades que en realidad no tenemos. Mostramos vidas de ricos y famosos, todo manipulado con filtros que mejoran la realidad. Qué fácil es, ¿por qué mostrarme en persona si puedo ser la persona que quiero detrás de una pantalla? ¿Por qué subir una fotografía en donde salgo mal? Mejor mostrar solo el lado bonito de la vida.
Y es que en las redes sociales parece que la gente no tiene defectos, o menos problemas. Y claro, a la persona que se le ocurre publicar algo negativo o algún problema se le tilda de ‘loco’, de ‘exhibicionista’, de ‘dramático’ y de muchas otras cosas.
Vemos solo la mejor cara de todo el mundo, lo que -por naturaleza humana- alimenta la envidia, los celos, la tristeza, el conformismo, en fin, solo sentimientos negativos. Nos enteramos de cosas que no nos queremos enterar, escuchamos de gente de la que no queremos escuchar, es decir, vivimos la mayoría de nuestro tiempo en un mundo en el que no queremos vivir.
Porque el mundo de las redes sociales es literalmente un mundo paralelo. Hay personas que odiamos en la vida real, pero ningún problema tenemos en ponerle “me gusta” o comentar sus fotografías, porque claro, esto se trata de quedar bien.
En términos de aprobación, hoy medimos nuestro impacto en la sociedad por cuantos “me gusta” tenemos en la fotografía que subimos. Preferimos tener más likes que amigos verdaderos, y eso es realmente preocupante.
Gastamos la mitad del tiempo real sacando una buena imagen para subir a las redes sociales. Nos juntamos con nuestros amigos y perdemos valioso tiempo presencial abogando por el tiempo irreal.
¿Por qué esa necesidad de aprobación? ¿Por qué esa necesidad de que el resto (personas que apenas conocemos) sepa qué es lo que estamos haciendo? Porque ningún problema hay en compartir las buenas noticias con la gente que queremos, ¿pero por qué hacerlo público?
Es como si necesitáramos escapar de la realidad, y la verdad, es que estamos cada vez más lejos.
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